miércoles, 5 de febrero de 2014

Cuento a un lunático.


Había una vez un niño de la luna, de piel gris y mirada altiva, que jugando entre la órbita lunar y la atmósfera terrestre, se cayó a la tierra. El golpe fue tan fuerte que olvido todo. Olvido la luna y como era su arena, olvido cuáles nombres les había puesto a las estrellas, el color real del sol, e incluso, muy a su pesar, olvido que allá afuera, a unos cuantos kilómetros había un lugar al cual pertenecía.

Su infancia transcurrió normal, era -o parecía- un terrestre más. Ya que, según leyendas, la atmósfera terrestre quitaba todo poder o magia de cualquier ser. Así que si, es muy posible que entre usted se encuentren ángeles, marcianos y demás seres míticos, sin que siquiera ellos lo noten. Pero,(volviendo al tema real), el niño de la luna parecía ser la excepción. Tras años de malabares inconclusos y circos a su alrededor, seguía sintiéndose como un forastero en este lugar.

Han de entender que la luna es un lugar calmo y hermoso. Donde toda belleza se encuentra al alcance de una débil mano y  el mal es incapaz de trascender. Pero aquí en la tierra el territorio es hostil y un corazón como el del no lo pudo resistir...

Lo poco de héroe se diluyó, se le acabaron las esperanzas, el rumbo la fe. Corrió por miles de lugares, luchado contra dragones en la búsqueda de algo. Busco y busco, pero nunca encontró nada. Así que, después de un tiempo y muchos tropezones, le llegó una carta. Una segunda oportunidad.

Aquí no le resultó más sencillo. Al contrario. Fueron capas y capas de corteza dura y de miedos que debieron ser removidos para llegar a la esencia, al centro real. Al final, ahí estaba... el niño de la luna en todo su esplendor. No era más que un niño, si, un niño asustado que ya no sabía donde ir.

Pero la carta era la solución. Instruciones, propósitos y un plan. Todo saldría bien al final. Así que los demás lunáticos, a sabiendas de que el niño tenía que quedarse en la tierra, lo llenaron de talentos para que así, a través de ellos nunca más se sintiera sólo y mantuviera la certeza de que allá, a un par de kilómetros, existía un lugar sólo para él.

Safe place

Yo no soy como tu lunático,
Yo no puedo escribir,
No se plasmar cosas bonitas 
Y casi nunca se que decir.

No se rimar las cosas,
Ni hacer que suenen mejor;
Pero de amor se un poquito
Déjame que te enseñe, no?

Yo quiero ser alguien en tu vida,
Alguien que no te vaya a dañar ,
Un lugarcito en calma
La casita donde siempre quieras entrar.

Propongo ser una de esas
Historias, que no tienen final
Que se viven hasta los tuétano 
Que nunca se pueden soltar.

Propongo que me quieras siempre
Como ese martes al anochecer 
En el que rompiste las reglas 
Y me dejaste ver
Esa naturaleza traviesa,
Esa sonrisa tan dulce.

-¿a qué saben los besos de luna?-

No le digas al lunático, 
No le digas, por favor,
Que con un solo beso 
El contrato se selló.

Que ya no ha vuelta atrás,
Que no puedo correr,
Que he quedado hechizada 
-¿creen que lo podrá el ver?-

No le digan que lo extraño
Aún cuando esta aquí 
Por qué tenemos los días contados 
Dime, ¿quién puede existir así?


No le digas, no le cuentes 
Que creo que al fin lo encontré
Que ya no tengo que buscar más 
I’ve found my safe place.