lunes, 30 de octubre de 2017

Sea

La playa estaba desierta a estas horas, nadie en su sano juicio se acercaría al mar de noche. Ni siquiera ella, que lo miraba de lejos queriendo escapar en su inmensidad, despojarse de miedos y volverse un granito de sal flotando por la eternidad al vaivén de las olas. No, ni siquiera ella se acercaba. Todos miraban su poder susurrando desde lejos, llamándolos al encuentro, ahora en su momento más siniestro.

Ella entendía que cualquiera se podría acercar al mar en las mañanas, con sus aguas cristalinas y su tímido oleaje; aún más en el Caribe con su lengua cálida lamiendo la piel a la par del sol. Pero a la noche, el mar era otra cosa; A la noche el mar era un monstruo, un ser vivo... una cueva infinita lleno de criaturas fantásticas y resplandecientes. Solo a la noche, el mar mostraba su parte oculta, su oscuridad. Nada lo hacia lucir mejor que la tímida luna brillando sobre el, mientras las olas golpean en las rocas.

En ese momento de oscuridad era cuando mas se identificaba con el mar. Es difícil, siendo mujer bonita, que el hombre entienda que se sufre y se anhela aún sin saber bien el que; mas es difícil, a ciencia cierta, el solo hecho de pensar y vivir en un existencialismo constante con un cinismo tangible y sufriendo horriblemente de lo que Julio hábilmente llamo “la Cosidad”. Es ahí donde la cara bonita llora, grita y te muestra su parte oscura; esa que repele a los cobardes tal y como hace el mar.

Hoy, para Aleja esas olas venían cargadas de nostalgia y de fantasmas de la infancia que jugaban alegremente a esconderse bajo las sabanas y a mover sin más descaro el colchón donde intentaba dormir. Una pesadilla de risas y colores, un viaje con turbulencias hacia el inconsciente infantil y su extraordinaria fama.

Despierta sudada con la cama revuelta, pero tranquila. Imágenes de su antigua casa en los suburbios, del parque, de Marco... todo corriendo como un VHS acelerado. Miro por la ventana hacia el mar y deseo de alguna forma poder oler la brisa salada, poder sentirla fría en su cuerpo y con ella volverse un granito de sal para así poder viajar para siempre en las olas del mar.

lunes, 11 de enero de 2016

Un corto para un Lunes.





Los lunes son los días de la nostalgia, los cortaditos y las galletitas de azúcar.




Este lunes la nostalgia trajo consigo un corto, espero les guste.