Justo aquí, el punto donde por fin te das cuenta que te
encuentras en la pequeña encrucijada, que ya no sabes que haces, que de un
momento a otro – y aparentemente sin ningún fin- tu vida ha dejado de cobrar
sentido. Ese es el momento del cambio. Las manos cálidas y fuertes del pequeño caos
parecen tapar tu nariz y boca, en la búsqueda infructífera de crear la sensación
asfixiante y ante este descubrimiento pasa a habitar en tu pecho; la pequeña opresión,
el ligero dolor. Así llega el caos y se arropa tranquilo a tu lado.
Te preguntas que ha pasado, como tu vida – la cual llevas
planeando desde que tenías 10 – ha llegado de pronto a este impasse. Ya no
sabes a dónde vas, ni cuál es el camino correcto ("If you don't know where you're going,
any road'll take you there"- said The Cat) así que haces lo único que el frenesí
diario de los homo sapiens sapiens te ha enseñado. You Run – fast as you can-
ya sea hacia algo o de algo… días, meses, años después quizás entiendas que
esas dos palabras llenan de sentido la acción previa.
Como ser humano, pensante y cognitivamente capaz, el
instinto de preservación ante cualquier situación –imaginaria o real- que nos
ponga –o nos haga sentir- en peligro viene a ti de forma mecánica y se encarga
de que cada centímetro de tu cuerpo de prepare para dar la carrera de sus
vidas. Estas huyendo, te proteges de un daño mayor; psicológicamente, lo
racionalizas, te dices a ti mismo que fue la mejor decisión, que seguir en esa dirección
solo traería problemas y dolores innecesarios, que era mejor no intentarlo, que
otro día será. Lo postergas, te aíslas y
cuando vuelves a levantar la cabeza usualmente estas muy, muy lejos del destino/situación/persona
que “provoco” que corrieses en primer lugar.
No me mal interpreten. No siempre que corremos cometemos un
error, hay veces –gloriosas y efímeras veces- en las que tomamos un pequeñísimo
leap of faith y corremos – as fast as we can- hacia algo/alguien y nos
estrellamos contra ese calor embriagador que te da el coraje. Nos sentimos satisfechos y llenos de vida. Somos
responsables y estamos allí, dispuestos a todo, con los sueños palpitándonos fuerte
en las orejas… ese milisegundo donde te dices “ahora o nunca” y saltas hacia la
respuesta desconocida. A veces no conseguimos lo que queremos, otras veces nos
estrellamos contra realidades o incluso paredes que no contemplamos antes, a
veces duele y a veces – muy pocas veces- nos arrepentimos. Sin embargo, en el
fondo, oculto quizás bajo una pequeña capa de dolor existe esa satisfacción intrínseca
que le sobreviene a escucharnos por un rato.
Quizás la muerte y el cambio no sean las únicas constantes
en la vida, quizás el correr también es parte de este pequeño –y caótico- modo
de vivir. Si algo te puedo decir, -yo que aun corro- es que en definitiva es
parte del proceso de crecer, de escucharse y defenderse. Se necesita mucho
valor para hacerlo, para emprender el viaje por el camino menos transitado y aquellos
que lo han hecho siempre lo verán así. Recuerda que: “All great changes are preceded by chaos.” –
Deepak Chopra
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